ACERCA DE LA NUEVA TRADUCCIÓN DE LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU, DE MANUEL JIMÉNEZ REDONDO

Gabriel Pons nos envia el siguiente comentario sobre la nueva traducción al castellano de la Fenomenologia del Espíritu de Hegel.Sobre esta traducción ya habíamos publicado anteriormente un comentario (ver)

La Fenomenología del Espíritu al fin ha sido traducida de nuevo tras la oscuridad o el apagón del entender que fue la traducción de W Roces.

El traductor no se ha contentado con una mera traslación fiel del alemán al castellano, cosa imposible, sino que ha pasado a limpio lo que el original alemán dice. Por pasar a limpio entiendo el desambiguar el original, buscar los antecedentes de los relativos y pronombres, dejar ver las imprecisiones, la rapidez, lo impactante de la escritura de Hegel sin traicionarla, dejar en tópico eso de que toda traducción es una traición al original, ofrecernos todas las posibilidades de sentido que las frases hegelianas encierran, no disolver el texto en el resto de la obra de Hegel, no plancharlo o aplanarlo con las precisiones del sistema posterior o los escritos previos, como hace Hyppolite.

Eso le ha llevado a establecer todo el plexo de remisiones y anticipaciones del texto, a tener que ofrecer entre corchetes otras posibles traducciones, otros posibles modos de lectura, las varias formas en las que la frase puede ser traducida. La constelación de significados que hay en cada una de ellas. No de otra forma puede ser traducida la Fenomenología del Espíritu de Hegel.

Hegel escribe en alemán, y es suabo, es decir, gusta de impactar, de decir lo que Wittgenstein diría que no se puede decir y que Hegel dice. Y lo dice con toda la radicalidad a la que pueda llevar el decir. Pero Hegel no sólo dice sino que también muestra las diversas figuras del hacer.

La traducción va precedida por un Prólogo lleno de claves de lectura que se desgranan en las Notas. En el prólogo el traductor explica no sólo el proceso de redacción del texto de Hegel, sino sobre todo la base o la razón de la que brota todo su desarrollo, es decir, el Platón crítico del Parménides, El sofista, El Filebo y el Teeteto así como el idealismo aristotélico, los conceptos de energeia, de noesis noéseos.

Si el lector toma en serio estas claves, si pasa a la experiencia de la lectura tomando en serio el delicado y riguroso discurrir de Platón, Aristóteles y la filosofía griega, seguro que seguirá los complicados pero claros razonamientos de Hegel con el placer del entender lo que de otra manera es un simple borrón (son muy divertidas las traducciones inglesas de Platón, nunca saben qué hacer o cómo traducir que el «no-ser es»). Claridad pues sobre claridad. Claridad por partida doble: por la traducción en sí, y por la base y claves de lo traducido.

Pero aparte de esas claves griegas, Jiménez Redondo va mucho más allá, dando otro conjunto de claves al establecer la relación entre la filosofía moderna (desde Descartes, Leibnitz, Spinoza, Kant, Fichte y Schelling) con el pensamiento griego. El lector encontrará una interpretación de Kant en la que la Analítica trascendental se vincula con su complemento devastador y trágico en la Dialética: el no-ser del Yo pienso y la caída del argumento ontológico que sostiene a Dios. Sin Yo ni Dios, el Mundo cobra la forma de un desierto de sentido, y escudriñando ese radical desierto de la existencia moderna es como el Yo, sabiéndose como lo absolutamente otro que él mismo es el Absoluto.

Y en lo que se refiere a claves, la cuestión no termina ahí, porque Jiménez Redondo no es ajeno a la tradición de filosofía analítica desde Russell a Davidson. Es la primera vez que se corrige, desde un Hegel bien entendido, una filosofía que gira en torno al lenguaje y la lógica. Hasta ahora no se había roto ese no entenderse los unos (analíticos) con los otros (dialécticos), los claros con los oscuros, pero, ¿y si fuera al revés, porque ni unos ni otros eran lo que decían ser?

Ese desierto de sentido en que se convierte para sí misma la conciencia moderna, es recorrido en la Fenomenología del Espíritu desde la escalera ofrecida al sentido común hasta la religión por la que el mundo se ha entendido a sí mismo en sus más variadas formas, desde la conciencia desgraciada a Lutero.

Y para todo ese recorrido, esta traducción cuenta con un prolijo aparato de Notas en las que podemos encontrar la actualidad de Hegel, su abrumadora presencia en el entender para entendernos en lo que somos y donde estamos. El lector acostumbrado a los disparates postmodernos o hipermodernos, se encontrará con Beckett, con Juan Ramón Jiménez, con Habermas, con la cábala judía, con Heidegger y como no podía ser de otro modo con alguna riña a los disparates del propio Hegel sobre todo en cuestiones de ciencia. Entonces, tal vez, repare en que la mirada hegeliana, desde lejos nos sigue mirando, nos está viendo, nos escudriña ¿con sonrisa irónica o aburrido?

Si la Fenomenología del Espíritu es todo Hegel y el libro de los viajes que ha viajado la humanidad, ¿lo hemos hecho nosotros? Jiménez Redondo nos ha ofrecido el mapa o el plano, la cartografía. ¿Contamos con fuerzas, con el impulso al viaje del pensamiento y el concepto que, queramos o no, nos acompaña siempre y que las más de las veces nos tapa y nubla la vista porque no es el pensamiento y concepto que aspira a ser?

Gabriel Pons, doctor en filosofía, profesor IES San Jordi.
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