El número inicial de la revista Differenz: Revista internacional de estudios heideggerianos y sus derivas contemporáneas <http://institucional.us.es/differenz/index.php?page=adrian1>, publica un estudio de Jesús Adrían Escudero sobre los recientemente publicados «Cuadernos Negros» de Heidegger.
Se trata de un artículo erudito y didáctico, que explica bien las circunstancias que llevan a Heidegger a redactar estos apuntes entre 1931 y 1976, su contenido, el contexto de su publicación, y el clima de su recepción tanto por el círculo de los especialistas en la obra de Heidegger como por el público general.
Escudero explica las expectativas puestas en la publicación de estos cuadernos se basaban en la hipotesis de que se trataba de un diario filosófico, en el cual se podría encontrar la clave de la abstrusa obra de Heidegger. En realidad, se trata de esbozos, o lo que el autor llama «avanzadillas».
Hay otro contexto que cuenta para explicar la expectativa frente a la publicación de estos papeles, y es el de la discusión sobre la adherencia de Heidegger al Nacional Socialismo, sobre las interpretaciones que el mismo Heidegger hace de esta adhesión y de su posterior divergencias, y especialmente sobre el silencio de Heidegger después de la derrota del Nacional Socialismo y del descubrimiento del holocausto y de los otros crímenes cometido por el régimen Nazi.
Existe sobre estos temas una literatura copiosa, que Escudero menciona parcialmente. Sin embargo, estos estudios estaban basados en documentos públicos, en pocos textos publicados en el periodo en cuestión (como el discurso del Rectorado), o en textos de Heidegger publicados posteriormente. Ante el silencio del pensador de Messkirch la expectativa frente a los cuadernos negros era encontrar allí la voz del pensador, en su intimo encuentro con el papel, mas allá de toda censura.
Lo que encontraron los investigadores del pensamiento de Heidegger en los Cuadernos no es muy diferente de lo que encontraron en otros escritos. No hacia esperar tanto tiempo para saber que Heidegger adopto el lenguaje racista del Nacional Socialismo, y que su pensamiento se mueve dentro de los cánones de la revolución conservadora.
Escudero y otros seguidores de Heidegger se felicitan que Heidegger no adopta el lenguaje neo-darwinista y eugenicista favorecido por Rosemberg, de que no recomiende la lectura de los Protocolos de los Sabios de Sion, si bien repite la tesis de un complot judio, de la relación entre capitalismo y judaísmo, y otras menciones que Escudero califica de «severos comentarios sobre el judaísmo». Típica de esta posición es este comentario: » Heidegger se distancia claramente de los principios de purificación racial del nacionalsocialismo. Pero, al mismo tiempo, interpreta el judaísmo mundial (Weltjudentum) como la cúspide de la manifestación onto-histórica de la calcubalidad y la maquinización … Hay que tener claro que las manifestaciones de Heideegger no deben interpretarse en términos políticos. Se trata, más bien, de su particular interpretación filosófica de la historia del ser. Dicho en otras palabras, el judaísmo –junto con el bolchevismo, el americanismo y el nacionalsocialismo– es un fenómemo onto-histórico.» (p. 119 nota 12). Dicho con este tono, podria uno pensar que Heidegger se ocupaba de hacer tipologias de los fenómenos onto-históricos, cuando en realidad se trata de presentar una presunta oposición dicotómica entre el Nacional Socialismo y Bolchevismo-Americanismo-Judaismo (todos estos entendidos como variaciones de un mismo tema). Escudero dice que la oposición es metafísica y no política. Justamente, habiendo establecido esta presunta distinción a nivel metafísico, no existe posibilidad de coexistencia entre estos, como lo dice claramente el texto de la Introducción a la Metáfisica.
No menos intranquilizantes son los comentarios en la sección 3, donde se explicita el sentido de política en el pensamiento de Heidegger como una archi-política, como una poliítica de la tierra, es decir, «representa el espacio histórico y ontológico en el que el Dasein lucha por encontrar su lugar. Su propio sentido de ser está enraizado en la comunidad, en la tradición, en la historia. La tierra tiene aquí un significado ontológico» (124). Lo que no esta suficientemente claro es que segun esta concepciión el Dasein lucha con otros Dasein(s) para encontrar su lugar en la tierra. La relación metafisica se revela no ser mas que la conyuntura historica de las victorias y las derrotas. La presunta relación entre una cierta cultura y un cierto territorio fue establecido circunstancialmente a fines del siglo xix por las victorias militares de Prusia, y por la derrota en 1848 de otros proyectos, mas democráticos, de instaurar un estado aleman.
Escudero recuerda, con razón, que Heidegger no fue el único entre el mandarinato de la universidad alemana en adherir alegremente a estas ideas, en repetir lugares comunes y prestarle su voz y su autoridad moral e intelectual. Es probable que Heidegger no haya sido el peor, seguramente no el mas influyente ni el mas activo de los intelectuales que promovieron los ideales del Nacional Socialismo.
Con respecto a la pregunta si Heidegger fue antisemita, Escudero hace una diferencia entre antisemitismo y antijudaismo. El primero seria una concepción de tipo racial, y por lo tanto, suponemos, genocidiaria. El otro, seria mas bien de origen cultural, quizás hasta religioso. Heidegger habría sido antisemita en esta segunda acepción (p. 133). Citando de una carta de Arendt, Escudero dice que Heidegger parece hacer una diferencia entre un antisemitismo en la universidad (el apoyo de Heidegger a la expulsión de los profesores de origen judío de las universidades y en general de todas las profesionales liberales) y las relaciones personales con Husserl, Cassirer y otros. No es esto tan claro, si nos referimos al testimonio de Toni Cassirer, y de otros testigos de la época.
Tambien agrega Escudero que «para cada prueba de antisemitismo encontramos otra prueba en contra». No esta claro cuales son las pruebas en contra. En la cita menciona dos. Una, es una carta en la que Heidegger menciona a su mujer que tiene poca estima de las capacidades filosóficas de Alfred Beaumler, un dedicado intelectual al servicio del NS. La segunda es un comentario de Jasper en un informe preparado luego de la guerra para el comité de denazificación que evaluó la conducta de Heidegger. Jasper menciona la mala voluntad de Heidegger frente a Fraenkel, pero dejando abierta la cuestión si en otros casos su actitud habria sido distinta: «no excluye, como asumo, que en otros casos el antisemitismo era contrario a su conciencia y a su gusto.” (133, n. 61). Respecto al caso de Eduard Frenkel, un filólogo internacionalmente conocido, Heidegger habría intervenido frente el ministerio de educación para defenderlo, al igual que al profesor de química von Hevesy. En todo caso, Heidegger no se opuso a la ley que licenciaba en forma forzosa a los profesores judíos de la universidad.
Escudero termina su artículo con una invitación típica de el estudioso de la obra de Heidegger:
«Puede que uno no comparta la crítica heideggeriana de la técnica moderna, incluso uno puede preguntarse si la comprensión heideggeriana de la modernidad no es demasiado unilateral y simplificada. Pero si uno analiza la confrontación de Heidegger con la modernidad a partir de los textos disponibles resulta altamente problemático afirmar que Heidegger justifique y legitime el exterminio de los judíos. ¿Antijudaísmo en Heidegger? Sin duda. ¿Antisemitismo? Sí, siempre y cuando no se asocie de manera directa con la interpretación racista del pueblo y la política de exterminio ejercida por el nacionalsocialismo. ¿Debemos ser indulgentes con un gran pensador como Heidegger? Probablemente, no. Pero tampoco podemos ignorar su legado filosófico. En cualquier caso, los Cuadernos negros nos invitan a reflexionar sobre la responsabilidad de la filosofía hacia la política.» (134)
Como defensa es bastante mala, en realidad. Mas le valdria condenar al hombre con mas severidad para tratar de salvar lo que sea posible de la obra. En todo caso, una evaluación del valor de los análisis de la modernidad y de la tecnología presentes en la obra de Heidegger debería previamente purgarla del espíritu del mandarinazgo y del conservadorismo provincial pequeño burgués de su autor. Es lo que han tratado de hacer, con mayor o menos éxito, Jonas y Ellul.
La invitación a pensar la responsabilidad de la filosofía, o de la academia y los intelectuales en general, frente a la política, es hoy tan actual como hace 70 años, cuando se desmoronó finalmente el regimen Nazi. El primer paso para pensar este problema es poner nuestra casa en órden, y sacar a la luz los esqueletos que aún andan por ahí.