Cuadernos Negros

La indigación puede tener efectos perversos.  El descubrimiento que Heidegger en sus soliloquios se hacia eco de las indignidades de sus conciudadanos,  que en su reflexion no escapaba a la estrechez de su provincialismo, y que como muchos otros encontraba en los judios chivos expiatorios propicios para su disconfort con la tecnología, la modernidad, y el progreso, ha servido una vez mas como excusa para relanzar  el debate acerca de su obra.

¿Es la obra? ¿Es el hombre? ¿Y que decir de la recepción? ¿Condenar a partir de cuando? ¿1933 ó ya 1927? ¿Y hasta cuando?

Su alumna y en algun momento amante Hannah Arendt creyó necesario explicar a Eichman como un hombre mediocre, pero no se le ocurrio aplicar este adjetivo a Heidegger mismo. Pero que otra cosa se nos ofrece en estos «cuadernos negros» (que el autor mismo intitulo ya sea «Consideraciones», o en otros casos «Sugerencias», «Instrucciones») y que son solo negros por tratarse fisicamente de cuadernos cuyas tapas lo son. Pero Cuadernos Negros vende mejor como titulo, porque evoca por un lado lo escondido (pero nada de lo que contienen parece ser escondido, ya estaba en la superficie de la obra para que todos lo vieran), y se acorda bien con la indumentaria que  las tropas de las SS gustaban revestir y que es cinematograficamente el cliche del regimen nefasto  que Heidegger no dudo en celebrar primero y en jusitificar tacitamente depues.

 

 

El nazismo metafísico de Heidegger

Gabriel Albiac comenta en ABC Cultura el libro recientemente traducido al español de Donatella di Cesare Heidegger y los judíos (Gedisa, 2017. 384 páginas), cuya publicación coincide con la salida del volumen VII-XI de Reflexiones: :Los Cuadernos Negros (Trotta, 2017. 384 páginas) de Martin Heidegger.  Sobre el libro de di Cesare afirma Albiac:

Donatella Di Cesare asienta su documentadísimo trabajo sobre un desplazamiento de las hipótesis habituales. El nazismo y el antisemitismo de Martin Heidegger no se asientan sobre algo tan trivial como los tópicos racistas de uso en la Alemania del primer tercio de siglo. El antisemitismo heideggeriano tiene una dimensión «metafísica» y está anclado en el corazón mismo de la doctrina de «Ser y tiempo». Los «Cuadernos negros», el revelarnos el «taller de trabajo» del filósofo, nos permitirían atisbar esos fundamentos de un modo particularmente cristalino.

y agrega:

Lo que Di Cesare esclarece en este libro es lo que ella llama un antisemitismo de «raíz teológica» e «intención política». En suma, un antisemitismo de alta academia, «un antisemitismo más abstracto y, a la vez, más peligroso por ello que una simple aversión: un antisemitismo asentado sobre la jerga del «olvido del Ser»», que el ilustre pensador carga en el debe del desarraigo judío. «El pensamiento más elevado, avenido al horror más insondable. No es difícil comprender el escándalo» que eso levanta en la academia, anota Donatella di Cesare. «La grandeza del filósofo y la mezquindad del nazi constituyen una antinomia extravagante, una paradoja inaceptable».

No solo inaceptable sino mortifera, y contumaz por partida doble. Ya que no solo Heidegger en ningun momento no aceptó responsabilidad por sus errores, sino que incluso 41 años despues de muerto nos sigue regalando su hiel.

Peter Trawny y la publicación de los «Cuadernos Negros» de Heidegger

Alejandro Vigo, profesor de filosofia de la Universidad de Navarra, analiza en un articulo detallado, el ibro de Peter TrawnyHeidegger y el mito de la conspiración mundial de los judíos, Barcelona, Herder, 2015. Trawny es el editor de los «Cuadernos Negros», apuntes filosoficos y comentarios redactados por Heidegger en el periodo que coincide con el nazismo y la postguerra. La publicación de los Cuadernos llevo a Trawny  a redactar un texto en el que enfrenta los pasajes mas problematicos de estos Cuadernos, en los que Heidegger se hace eco de la cosmovision nacionalsocialista, y en particular del antisemitismo nazi.

Vigo presenta una imagen balanceada y erudita de los Cuadernos, se pregunta por las condiciones de su publicación, y sobre su posible  aporte  para entender la obra de Heidegger.

Vigo concluye su comentario con estas observaciones:

En los «intentos de respuesta» con los que se cierra la obra (pp. 153-165), Trawny sugiere que el «maniqueísmo ontohistórico» que proporciona el marco para el antijudaísmo que se revela en los Cuadernos negros quedaría posteriormente superado al llegar Heidegger a una nueva comprensión de la relación entre ser y ente y, con ello, también de la esencia de la técnica, tal como ésta se pone de manifiesto en los escritos posteriores al fin de la guerra. Sugiere, además, la posibilidad de que la decisión de Heidegger de dar a conocer el texto de los Cuadernos negros pudiera responder a su intención de mostrar hasta qué punto su pensamiento del ser se vio expuesto al extravío (pp. 158 y ss.). La pertinencia de estos intentos mitigadores depende, como es obvio, de la corrección del diagnóstico de Trawny referido al alcance de la posición contenida en el texto de los Cuadernos negros. Pero, en su pretensión más general, tal diagnóstico no puede sino generar serias dudas, pues existen indicios sólidos de que la focalización poco menos que excluyente en el motivo del «antijudaísmo ontológico» trae consigo una suerte de efecto lupa que, en último término, distorsiona fuertemente las proporciones del conjunto.

En cuanto a la posición del propio Heidegger, no deja de sorprender el modo en que combina su elevadísima pretensión de esencialidad con una asombrosa dependencia de generalizaciones empíricas carentes de toda fiabilidad, cuando no completamente simplistas, y con una ausencia de rigor histórico por momentos escalofriante. Sus referencias a lo que sería la esencia y el papel histórico de toda una serie de entidades colectivas altamente difusas, representadas de modo cuasihipostasiado como fuerzas históricas operantes, se mueven, con asombrosa frecuencia, en el plano que corresponde a un discurso groseramente vulgar, alimentado de generalizaciones no acreditadas, cuando no de prejuicios ajenos a toda crítica racional. Esto vale también, y muy especialmente, para el caso de la mayor parte de las referencias antijudías contenidas en los Cuadernos negros. No parece poder evitarse, por tanto, la conclusión de que, más allá de las muchas diferencias con las formas de antijudaísmo más habituales, en especial las basadas en la ideología de la sangre y el suelo propagada por los nacionalsocialistas, Heidegger no dudó en incorporar en su propio discurso diversos motivos característicos de formas tradicionales del antijudaísmo europeo. No es seguro que esto último baste para tildar a Heidegger, sin más, de un simple representante de esas formas de antijudaísmo, ya que su propia posición queda impostada finalmente en un nivel de reflexión completamente diferente. Pero tampoco puede haber duda, a mi modo de ver, de que su adopción acrítica de una serie de prejuicios característicos lo sitúa, en la práctica, en la cercanía de esas mismas formas de antijudaísmo. La pretensión de superarlas en clave ontohistórica no hace, en definitiva, más que sublimarlas, sin eliminarlas, y, con ello, contribuye también, quiérase o no, a legitimarlas.

Ahora bien, y más allá de toda posible matización ulterior, cabe primero preguntarse: ¿no constituye acaso una lección inolvidable en el arte de la autorrefutación pragmática el hecho de que el filósofo del ser que, con exuberante derroche de brillantez, ha puesto de manifiesto la tendencia anclada en el Dasein a someterse al imperio de la habladuría, termine por construir él mismo un pensamiento de alcance pretendidamente ontohistórico, pero apoyado acríticamente en gran medida en un conjunto de «ismos» que escapan a toda posible acreditación fenomenológica? Desde este punto de vista, la lectura de muchos pasajes de los Cuadernos negros que irradian una arbitrariedad tosca e irritante, por muy desagradable que pueda resultar, no deja de ser una experiencia importante, incluso imprescindible, para quienes se interesan verdaderamente por el pensamiento de Heidegger. En efecto, ayuda a comprender que también aquí, como en tantos otros casos, el único camino transitable no puede ser sino el del cultivo de una actitud ajena a todo fanatismo dogmático, sea de corte defensivo o condenatorio. Sólo así se estará en condiciones de adoptar una perspectiva de serena distancia, que permita aprender no sólo de los muchos y admirables aciertos de un filósofo extraordinariamente creativo y penetrante, sino también de sus errores y desvaríos, en ocasiones, espeluznantes.

 

 

Historia, politica, ideologia: los «cuadernos negros» de Heidegger en contexto

Bajo el título Geschichte, Politik, Ideologie. Heideggers „Schwarze Hefte“ im Kontext  se llevó a cabo en la Universidad de Friburgo una conferencia sobre los «Cuadernos Negros» de Martin Heidegger, con la participación de destacados investigadores europeos. El sitio Phenomenological Reviews publicó un reporte sobre las sesiones (en idioma inglés).

A proposito de los Cuadernos Negros de Heidegger

El número inicial de la revista Differenz: Revista internacional de estudios heideggerianos y sus derivas contemporáneas <http://institucional.us.es/differenz/index.php?page=adrian1>, publica un estudio de Jesús Adrían Escudero sobre los recientemente publicados «Cuadernos Negros» de Heidegger.

Se trata de un artículo erudito y didáctico, que explica bien las circunstancias que llevan a Heidegger a redactar estos apuntes entre 1931 y 1976, su contenido,  el contexto de su publicación, y el clima de su recepción tanto por el círculo de los especialistas en la obra de Heidegger como por el público general.

Escudero explica las expectativas puestas en la publicación de estos cuadernos se basaban en la hipotesis de que se trataba de un diario filosófico, en el cual se podría encontrar la clave de la abstrusa obra de Heidegger. En realidad, se trata de esbozos, o lo que el autor llama «avanzadillas».

Hay otro contexto que cuenta para explicar la expectativa frente a la publicación de estos papeles, y es el de la discusión sobre la adherencia de Heidegger al Nacional Socialismo, sobre las interpretaciones que el mismo Heidegger hace de esta adhesión y de su posterior divergencias, y especialmente sobre el silencio de Heidegger después de la derrota del Nacional Socialismo y del descubrimiento del holocausto y de los otros crímenes cometido por el régimen Nazi.

Existe sobre estos temas una literatura copiosa, que Escudero menciona parcialmente. Sin embargo, estos estudios estaban basados en documentos públicos, en pocos textos publicados en el periodo en cuestión (como el discurso del Rectorado), o en textos de Heidegger publicados posteriormente. Ante el silencio del pensador de Messkirch la expectativa frente a los cuadernos negros era encontrar allí la voz del pensador, en su intimo encuentro con el papel, mas allá de toda censura.

Lo que encontraron los investigadores del pensamiento de Heidegger en los Cuadernos no es muy diferente de lo que encontraron en otros escritos. No hacia esperar tanto tiempo para saber que Heidegger adopto el lenguaje racista del Nacional Socialismo, y que su pensamiento se mueve dentro de los cánones de la revolución conservadora.

Escudero y otros seguidores de Heidegger se felicitan que Heidegger no adopta el lenguaje neo-darwinista y eugenicista favorecido por Rosemberg, de que no recomiende la lectura de los Protocolos de los Sabios de Sion, si bien repite la tesis de un complot judio, de la relación entre capitalismo y judaísmo, y otras menciones que Escudero califica de «severos comentarios sobre el judaísmo». Típica de esta posición es este comentario: » Heidegger se distancia claramente de los principios de purificación racial del nacionalsocialismo. Pero, al mismo tiempo, interpreta el judaísmo mundial (Weltjudentum) como la cúspide de la manifestación onto-histórica de la calcubalidad y la maquinización … Hay que tener claro que las manifestaciones de Heideegger no deben interpretarse en términos políticos. Se trata, más bien, de su particular interpretación filosófica de la historia del ser. Dicho en otras palabras, el judaísmo –junto con el bolchevismo, el americanismo y el nacionalsocialismo– es un fenómemo onto-histórico.» (p. 119 nota 12). Dicho con este tono, podria uno pensar que Heidegger se ocupaba de hacer tipologias de los fenómenos onto-históricos, cuando en realidad se trata de presentar una presunta oposición dicotómica entre el Nacional Socialismo y Bolchevismo-Americanismo-Judaismo (todos estos entendidos como variaciones de un mismo tema). Escudero dice que la oposición es metafísica y no política. Justamente, habiendo establecido esta presunta distinción a nivel metafísico, no existe posibilidad de coexistencia entre estos, como lo dice claramente el texto de  la Introducción a la Metáfisica.

No menos intranquilizantes son los comentarios en la sección 3, donde se explicita el sentido de política en el pensamiento de Heidegger como una archi-política, como una poliítica de la tierra, es decir, «representa el espacio histórico y ontológico en el que el Dasein lucha por encontrar su lugar. Su propio sentido de ser está enraizado en la comunidad, en la tradición, en la historia. La tierra tiene aquí un significado ontológico» (124). Lo que no esta suficientemente claro es que segun esta concepciión el Dasein lucha con otros Dasein(s)  para encontrar su lugar en la tierra. La relación metafisica se revela no ser mas que la conyuntura historica de las victorias y las derrotas. La presunta relación entre una cierta cultura y un cierto territorio fue establecido circunstancialmente a fines del siglo xix por las victorias militares de Prusia, y por la derrota en 1848 de otros proyectos, mas democráticos, de instaurar un estado aleman.

Escudero recuerda, con razón, que Heidegger no fue el único entre el mandarinato de la universidad alemana en adherir alegremente a estas ideas, en repetir lugares comunes y prestarle su voz y su autoridad moral e intelectual. Es probable que Heidegger no haya sido el peor, seguramente no el mas influyente ni el mas activo de los intelectuales que promovieron los ideales del Nacional Socialismo.

Con respecto a la pregunta si Heidegger fue antisemita, Escudero hace una diferencia entre antisemitismo y antijudaismo. El primero seria una concepción de tipo racial, y por lo tanto, suponemos, genocidiaria. El otro, seria mas bien de origen cultural, quizás hasta religioso. Heidegger habría sido antisemita en esta segunda acepción (p. 133). Citando de una carta de Arendt, Escudero dice que Heidegger parece hacer una diferencia entre un antisemitismo en la universidad (el apoyo de Heidegger a la expulsión de los profesores de origen judío de las universidades y en general de todas las profesionales liberales) y las relaciones personales con Husserl, Cassirer y otros. No es esto tan claro, si nos referimos al testimonio de Toni Cassirer, y de otros testigos de la época.

Tambien agrega Escudero que «para cada prueba de antisemitismo encontramos otra prueba en contra». No esta claro cuales son las pruebas en contra. En la cita menciona dos. Una, es una carta en la que Heidegger menciona a su mujer que tiene poca estima de las capacidades filosóficas de Alfred Beaumler, un dedicado intelectual al servicio del NS. La segunda es un comentario de Jasper en un informe preparado luego de la guerra para el comité de denazificación que evaluó la conducta de Heidegger. Jasper menciona la mala voluntad de Heidegger frente a Fraenkel, pero dejando abierta la cuestión si en otros casos su actitud habria sido distinta: «no excluye, como asumo, que en otros casos el antisemitismo era contrario a su conciencia y a su gusto.” (133, n. 61). Respecto al caso de Eduard Frenkel, un filólogo internacionalmente conocido, Heidegger habría intervenido frente el ministerio de educación para defenderlo, al igual que al profesor de química von Hevesy. En todo caso, Heidegger no se opuso a la ley que licenciaba en forma forzosa a los profesores judíos de la universidad.

Escudero termina su artículo con una invitación típica de el estudioso de la obra de Heidegger:

«Puede que uno no comparta la crítica heideggeriana de la técnica moderna, incluso uno puede preguntarse si la comprensión heideggeriana de la modernidad no es demasiado unilateral y simplificada. Pero si uno analiza la confrontación de Heidegger con la modernidad a partir de los textos disponibles resulta altamente problemático afirmar que Heidegger justifique y legitime el exterminio de los judíos. ¿Antijudaísmo en Heidegger? Sin duda. ¿Antisemitismo? Sí, siempre y cuando no se asocie de manera directa con la interpretación racista del pueblo y la política de exterminio ejercida por el nacionalsocialismo. ¿Debemos ser indulgentes con un gran pensador como Heidegger? Probablemente, no. Pero tampoco podemos ignorar su legado filosófico. En cualquier caso, los Cuadernos negros nos invitan a reflexionar sobre la responsabilidad de la filosofía hacia la política.» (134)

Como defensa es bastante mala, en realidad. Mas le valdria condenar al hombre con mas severidad para tratar de salvar lo que sea posible  de la obra. En todo caso, una evaluación del valor de los análisis de la modernidad y de la tecnología presentes en la obra de Heidegger debería previamente purgarla del espíritu del mandarinazgo y del conservadorismo provincial pequeño burgués de su autor. Es lo que han tratado de hacer, con mayor o menos éxito, Jonas y Ellul.

La invitación a pensar la responsabilidad de la filosofía, o de la academia y los intelectuales en general, frente a la política, es hoy tan actual como hace 70 años, cuando se desmoronó finalmente el regimen Nazi. El primer paso para pensar este problema es poner nuestra casa en órden, y sacar a la luz los esqueletos que aún andan por ahí.

  

Los cuadernos negros de Heidegger

Ángel Xolocotzi escribe en La Jornada Semanal un artículo interesante sobre los Cuadernos Negros de Heidegger. El autor explica la intención de su artículo así:

Desde hace décadas estos textos constituyen uno de los mitos en torno a la figura de Heidegger. Se trata de treinta y cuatro cuadernillos con cubiertas enceradas de color negro, en los que Heidegger redactó una serie de apuntes entre 1931 y 1976. Los primeros catorce cuadernillos –ahora publicados– se titulan “Reflexiones” y abarcan los años transcurridos entre 1931 y 1941. Los otros veinte están en proceso de edición y se distribuyen de la siguiente forma: nueve corresponden a “Observaciones” dos a “Cuadernos cuádruples”, otros dos a “Vigilias”, uno a “Nocturno”, dos a “Guiños” y cuatro a “Provisionales”. Aunque en los últimos años aparecieron otros dos cuadernos, “Megistón” y “Palabras fundamentales”, por el momento no están contemplados dentro del proyecto de laGesamtausgabe. Ante esta situación de premura cabe preguntarse: ¿a qué se debe tanta expectativa generada alrededor de dichos textos?

Como ya lo hemos comentado en otras entradas, estos Cuadernos Negros atañen en buena medida a la cuestión de las opciones políticas de Heidegger durante el Nazismo. De la lectura de los cuadernos publicados y de la información que se dispone sobre los que están en vías de publicación, concluye Xolocotzi:

Quizás toda esta discusión, reavivada ya con la publicación de los Cuadernos negros, nos enseñe lo mismo que nos enseñó la experiencia de Platón en Siracusa: la incompatibilidad entre la filosofía y el poder. Sin embargo, debido a la trascendencia que ha tenido un pensador como Heidegger para los impulsos contemporáneos, no es secundario tratar de entender lo que ya Habermas había cuestionado en 1953: “cómo pues un pensador de este rango pudo caer en un primitivismo tan evidente”. Por el momento, este caso no ha encontrado una resolución definitiva, pero, a diferencia de los detractores y los apologetas, ahora contamos con la posibilidad de realizar un análisis de forma documentada y científica, superando ya aquellos primeros panfletos iracundos y fantasiosos que veían en Heidegger al más nazi de los nazis, o bien, al gran ejemplo de resistencia espiritual.

Reseña de Nature, History, State: 1933-1934 de Martin Heidegger

Charles Bambach reseña en el sitio Notre Dame Philsophical Review el recientemente publicado volumen de Heidegger Nature, History, State: 1933-1934. Se trata de la traducción al inglés de un seminario dictado por Heidegger durante el periodo del rectorado. No se trata de un texto original de Heidegger, sino de notas tomados por 10 auditores al seminario, posteriormente revisadas por Heidegger, quien ademas agregó dos interpolaciones. Ademas de traducción del texto de estos protocolos, el libro tiene una introducción que lo  sitúa en su contexto histórico, y una serie de ensayos interpretativos.

El texto traducido en este libro ya fue discutido por Emmanuel Faye, en su libro l’introduction du nazisme dans la philosophie (2005). La interpretación sumamente negativa de Faye no es desmentida, según Barmbach por lo ensayos en esta colección, aunque sus autores maticen y condicionen su condenación. La única excepción seria la de Zizek, que como es habitual en el adopta una posición paradojal, afirmando encontrar en las relfexiones politicas de Heidegger la posibilidad esencial del comunismo, posibilidad que sin embargo Zizek reconoce el mismo que Heidegger prefiere ignorar.

Publicado al poco tiempo de la publicación de los Cuadernos Negros, este texto agrega a  nuestro conocimiento del pensamiento politico de Heidegger en el periodo Nazi.

 

 

 

 

 

Mas sobre los «cuadernos negros» de Martin Heidegger

Nicolás Gonzalez Varela publica en formato de e-libro una reportaje que le hiciera Salvador Lopez Arnal y otros documentos relacionados con la próxima publicación de los llamadas ‘Cuadernos Negros’ redactados por Heidegger durante el periodo 1931-1941. La próxima publicación de estos cuadernos ha relanzado una vez más la polémica acerca de la relación de Heidegger, su filosofía, y el nacional-socialismo.

Heidegger y el nacionalsocialismo: la publicación próxima de los «Cuadernos Negros»

Se avecinan novedades en el affaire Heidegger. El blog Alea anuncia la publicación el próximo año de la primera parte de una serie de diarios y cuadernos de Martin Heidegger correspondientes al periodo 1932-1945. Aun antes de su publicación estos «cuadernos negros» ya han comenzado a ser discutidos por los especialistas, a los cuales se les proporcionaron copias de estos cuadernos. Alea trae una serie de referencias sobre publicaciones recientes sobre este tema, que pueden ser útiles al lector interesados.

Nicolas Gonzalez Varela, a quien mencionamos recientemente en referencia a sus comentarios sobre la obra de Spinoza, publicó recientemente una nota detallada sobre esos ‘cuadernos negros’. Se puede encontrar su articulo aquí.

¿Cabe la pregunta de porque esta publicidad previa, cuando todo lo que se conoce en general de estos cuadernos son algunas citas aisladas, cuyo contexto desconocemos? A primera vista me parece un caso de una maniobra clásica de desinformación, llevada a cabo por los editores y sus colaboradores, y que consiste en provocar una tormenta controlada, para que cuando los textos se hagan públicos ya estemos inmunizados frente al horror de descubrir la bajeza de uno de los filósofos mas importantes del siglo xx.  ¿Como explicar sino la difusión que se les dio a estos textos previa su publicación? Tampoco hay que olvidar que el escándalo vende. Sino, preguntemos le la autora de Cincuenta sombras de Grey.

Heidegger: sobre el origen de la obra de arte

El conocido de texto de Heidegger, incluido en la colección Holzwege, esta basado en conferencias que Heidegger dictó en 1935 y 1936 y probablemente revisó para su publicación en 1949. Hace algunos años se publico un texto preliminar, redactado en 1931 según Herman Heideggger (el hijo y albacea del filosofo) o quizas en 1935, según Emmanuel Faye.

Existe una edición bilingüe (no autorizada) de esta versión inicial que se puede consultar en la web :

La traducción castellana de la versión ulterior publicada por Heidegger se puede consultar en el sitio Heidegger en castellano:Origen de la obra de arte.

Segun Faye en su libro sobre Heidegger y el Nazismo, esta conferencia refleja la influencia de los festivales organizados por el nacionalsocialismo en Nuremberg, y particularmente el de 1935, pocos meses antes de pronunciada la primera de las conferencias de Heidegger sobre este tema. Segun Faye la referencia al ‘templo’ que manifiesta la esencia del ‘pueblo’ o ‘comunidad étnica’ no se refiere originalmente a la experiencia griega, como parece desprenderse de la versión definitiva sino a la puesta en escena de aquel festival en Nuremberg, cuyos organizadores se habrian inspirado en el altar de Pergamon, un enorme fresco originario de Asia Menor, excavado por arquelogos alemanes a fines del siglo xix, y que podemos hoy admirar en un museo del mismo nombre en Berlin.